A principios de los 90, tres estilos destacaron por su
efectividad en las competiciones de artes marciales mixtas: Lucha libre,
jiu-jitsu brasileño y Shoot Fighting. Esto puede ser debido al énfasis de estas
disciplinas por el combate de agarres, el cual, probablemente, debido a la
escasez de competiciones de artes marciales mixtas antes de los 90, ya que
habían sido descuidadas por la mayoría de los practicantes de las artes
marciales basadas en golpes.
Incluso con los combatientes de lucha libre y los pegadores
dominando la lucha de pie en las AMM, quienes practicaban jiu-jitsu brasileño
tuvieron una distintiva ventaja en el suelo. Aquellos no familiarizados con el
jiu-jitsu brasileño demostraron no estar preparados para defenderse de las
técnicas de agarre y presas. Los luchadores de Shoot wrestling poseían una base
equilibrada de agarre y combate de pie, lo que les permitía tener un buen conjunto
de habilidades.
A medida que las competiciones de AMM se hacían más comunes,
aquellos luchadores con una base de disciplinas de golpe se hicieron más
competitivos cuanto más se conocían los agarres, presas y combate en el suelo,
dando lugar a notables sorpresas contra los, por entonces, luchadores de agarre
dominantes. Consecuentemente, los luchadores de agarre aprendieron de los
puntos fuertes de sus rivales y comenzaron a incrementar su entrenamiento en
los golpes. Este aumento general del entrenamiento cruzado resultó en
luchadores de artes marciales mixtas mucho más polifacéticos.
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